La primera clave para vivir feliz en un estudio barato es no desesperar por la escasez de espacio. Con muebles pequeños, creatividad y mucha buena onda se puede lograr un ambiente cómodo y cálido.
Olvídate de la decoración convencional, un estudio barato requiere un cambio de perspectiva. Elige el ambiente que más usarías y desarróllalo ahí, los otros espacios deben estar subordinados a éste. El dormitorio puede transformarse en sala para el día y el comedor en escritorio por las tardes. Las prioridades del usuario deben estar prolijamente definidas de antemano. Los muebles no pueden elegirse al azar, deben ser pequeños y completamente funcionales. Todo el mobiliario debe tener doble o triple uso, por ejemplo un chifonier que sirva de mesa o banco, o una biblioteca que sirva de separador. Existen actualmente en el mercado todo tipo de muebles de uso múltiple, como los escritorios que poseen una cama arriba, estilo cucheta.
Toda la decoración debe estar integrada en una sólo mirada, y las vías de paso deben ser amplias. La iluminación, el color de las paredes, los desniveles en el piso o en el techo, deben ser aprovechados al máximo para definir zonas. Es recomendable el uso de colores pasteles y no abusar de los colores chillones.
No dudes en gastar unos euros en la opinión profesional de un decorador de interiores. Si bien éste gasto puede salirse de tu presupuesto, te evitará muchos dolores de cabeza en el futuro, e inclusive una incipiente depresión.
Los estudios más baratos que se pueden conseguir son los abuhardillados, aquellos que se encuentran en un ático. Lo más importante es no desanimarse, ponerle optimismo y mucho amor. Aún así, no es una buena idea vivir allí con tu pareja, ¡si es que aún quieres conservarla!