Si crees que lo antiguo ya no tiene cabida en el siglo XXI, es que no conoces Cáceres. Pues esta ciudad es el ejemplo de que el pasado puede pervivir con candidez embelesadora en el presente.
Quienes han hecho turismo en Cáceres aseguran que se trata de una ciudad que enamora, donde la armonía reina entre destellos de edificios monumentales que convierten la experiencia en un cuento de hadas.
Casas solariegas, palacios, terrazas llenas de vida, calles y plazoletas, adarves, torres y murallas que nos hacen creer que somos protagonistas de una de las historias de Las mil y una noches, y es que la huella morisca se conserva cada rincón de Cáceres, aunque no obstante, la ciudad también reclama su propio sello aportando su dosis de modernidad típica de lo joven.
La historia resumida de Europa se conserva aquí, en estas fotografías en relieve que son los monumentos de Cáceres. Una historia compuesta por moros, cristianos, hebreos y engalanada por el renacentismo.
Destino ideal también para naturistas, a todos acoge Cáceres con sus encantos. Los amantes de la naturaleza, además, tienen dos visitas obligadas en su paso por esta ciudad. Una de ellas es al Parque Nacional de Monfragüe, un lugar dulce si quieres disfrutar de la ornitología. Y el Valle del Jerte, en especial en primavera, nos abraza a la llegada con su embriagador aroma de los cerezos en flor.
Y como hay que reponer fuerzas, las migas extremeñas, el zorongollo y el cuchifrito son trampas mortíferas para tu paladar. Si las pruebas, ya no querrás marcharte. Estarás cautivo con todos tus sentidos, la vista, el gusto y, si no lo ha hecho ya el aroma a cerezos, olfato se perderá para siempre en el aire cacereño que huele a flores de naranjo y limonero.